octubre 07, 2007

Testimonio Beatificación del Padre Basilio Moreau




Soy mamá de 5 hijos, que están entre Kinder y 11º grado, con mi marido hemos participado en la Pastoral del Colegio desde que entró nuestro hijo mayor. También les puedo contar que soy ex alumna y profesora de Historia.

A fines del año pasado me encontré con el Padre Erwin C.S.C. que me contó muy entusiasmado que estaba organizando un viaje a la Beatificación con apoderados y me invitó a que lo acompañara. Yo le dije que me interesaba, que me contara como que iba para efectos de la organización. Al inicio del año me volvió a hablar y después de Punta de Tralca nos inscribimos. Por otro lado se hizo la invitación a los alumnos y mi hijo de 9º se inscribió también, durante el transcurso del año mi marido Mauricio desistió del viaje por temas de trabajo. Por lo tanto por primera vez viajaría sola y los niños quedarían a cargo de su papá.

La preparación del viaje fue un tiempo de oración para que todos pudiéramos gozar de este tiempo que el Señor nos regalaba, había muchas cosa que hacer pero cada una se fue haciendo a su tiempo y no hubo apuros de último momento siento que el Espíritu del Señor se hizo presente y la última semana acompañe en paseos de curso a mis hijos de Kinder y 2º básico, lo que fue muy bueno para ellos y para mi.

Al llegar a Europa me sentí muy regalada por el Señor, me sentía en un sueño donde todo lo que veía era muy hermoso y me hacía referencia a tantas cosas estudiadas y enseñadas que cobraban un sentido especial. Pensaba en el hombre y la mujer que habitó y caminó por esas calles, me sentía contactada con la humanidad toda, la sentía palpitar en ese espacio, sólo podía darle gracias a Dios por permitirme estar allí por ese regalo que me estaba dando a cada paso, en cada mirada.

Le Mans es una ciudad muy hermosa donde se mezcla lo antiguo y lo nuevo, allí se vivía un ambiente de fiesta, había mucha gente caminando por todos lados, todos con signos que nos son familiares: la Cruz con las dos anclas, por todas partes se oían diferentes idiomas, pero se respira un solo espíritu, era el Espíritu de Santa Cruz. Las caras estaban alegres y nosotros nos sentíamos contentos, íbamos al encuentro del Padre Moreau. La experiencia de ver a tantas personas diferentes pero a la vez tan iguales, con tantas cosas en común, era estar en familia. Vi gente de todo el mundo que se la juega alegremente por Cristo, gente de todos los colores, edades y formas de vestir, me llamaron la atención los de India y África por lo diferente que son a nosotros. Con todos ellos nos abrazamos con alegría, porque estábamos en una fiesta común, donde nuestro fundador era Beatificado.

A través de las tres ceremonias en que tuvimos la gracia de estar presentes fuí sintiendo un sólo mensaje, a pesar de que eran en francés y algo de inglés, había una imagen que se repetía: era un árbol con tres ramas, somos parte de una misma familia, donde con nuestras diferencias podemos aportar a la congregación de Santa Cruz. Creo que nuestro fundador nos habla hoy de formar familias donde todos nuestros hijos sean acogidos con sus fortalezas y debilidades, me sentí llamada como madre a tomar conciencia y fortalecer este espíritu dentro de su corazón para que crezcan y busquen con fuerza la luz que los guíe al Señor.

Para mi el Padre Moreau me habló de fortalecer la familia como fuente de amor y crecimiento para estos hombres y mujeres que se forman al alero de la familia de Santa Cruz. El sentido de familia que le dio a la Congregación se me hizo muy patente en este encuentro con otros hermanos y hermanas en Le Mans.

La Ceremonia de Beatificación se realizó en un Gimnasio en las afueras de Le Mans, allí todo estaba muy bien organizado y nos encontramos con diferentes sacerdotes que habían trabajado en el colegio, nos saludaban a la distancia cuando veían flamear nuestra bandera, se vive un momento de mucha alegría y júbilo, fue una ceremonia muy formal pero a la vez muy integradora de toda la familia de Santa Cruz, participaron personas en diferentes idiomas, me sentí parte de una familia mucho mayor, pues generalmente vemos el colegio y la congregación como una sola cosa, pero allí sentimos que nuestro colegio es sólo una de tantas obras que realiza la congregación en el mundo. Fue emocionante ver como estábamos todos juntos por una sola causa la del Señor.

En este mismo sentido fue muy significativa la experiencia vivida en Taizé, es una comunidad de hermanos que vive una vida sencilla, en oración a través del canto, también en Francia cerca de Lyon. Sentí que fue un alto en el camino donde, a través de las canciones, reflexiones, contacto con lo esencial, compartir con personas de todo el mundo y sobre todo contacto con el Señor, pude detenerme estar con Él y conmigo para recargarme de esa energía y volver agradecida de los regalos que Él nos da. También vengo convencida que el compartir con otros nuestra experiencia de vida nos enriquece y permite ver con mayor claridad lo que el Señor espera de mi.

Por último la experiencia de viajar con jóvenes es muy enriquecedora, nos rejuvenece y nos enseña a mirar a través de sus ojos el mundo, cuales son sus preocupaciones e inquietudes. Los invito, a cada uno de ustedes, aprovechar estas oportunidades en el futuro.


por María Javiera Zúñiga C.