mayo 23, 2010

Beato Hermano Andrés (Breve biografía)

Un ejemplo de servicio para nuestros dias


Fue un religioso canadiense, perteneciente a la Congregación de Santa Cruz Nació en Quebec, el 29 de noviembre de 1846; murió en Montreal, 6 de enero de 1937.


Su nombre real fue Alfred Bessette.Hijo de una familia humilde y profundamente religiosa; su padre era armador de carretas, su madre se dedicaba a educar a sus diez hijos. Tenía nueve años de edad cuando su padre falleció en un trágico accidente de trabajo. Tres años más tarde muere su madre. Trabajó de zapatero, panadero, labrador, herrero, y a los veintiún años se fue a los Estados Unidos, donde trabajó en ranchos y molinos durante tres años.Ingresó a la Congregación de Santa Cruz en 1863 e hizo sus votos religiosos en 1866. Se destacó no solo por su humildad, sino también por ser visionario (se le apareció San José en 1900), místico y taumaturgo (tenía el don de sanar enfermos). Tantos fueron sus milagros atribuidos en vida al Hermano Andrés, que no fue exento de polemicas y de ciertos malentendidos que lo afectaron emocionalmente.Fue portero del convento de Montreal, y fue el gestor de la construcción de la Basílica Oratorio de San José, en 1904 y en la cual actualmente descansan sus restos.


Murió en Montreál, el 6 de enero de 1937, a la edad de 92 años, y su reputación de hombre milagroso se extendió universalmente, siendo beatificado por el Papa Juan Pablo II el 23 de mayo de 1982.El 19 de diciembre de 2009 S.S. Benedicto XVI autorizó la promulgación del decreto que reconoce un milagro atribuido a la intercesión del Beato Andrés, la canonización se realizará el 17 de octubre de 2010

marzo 16, 2008

25 años de sacerdocio del Padre José Ahumada C.S.C.

Agradeciendo a la comunidad presente, a sus padres que este año cumplen 65 años de matrimonio y a la comunidad de Cristo Rey, su primer lugar de apostolado en su sacerdocio inició su prédica con la sencillez y humildad que ya le conocemos.
Recordó sus primeros encuentros con la iglesia en la Parroquia de Vitacura donde su mamá los llevaba a misa. Era una comunidad de avanzada, post Concilio Vaticano II, guiada por sacerdotes holandeses. Luego, el colegio Saint George fue fundamental, especialmente entre 2° a 4° medio, donde incluso ya el último año no pasaba en casa. Al recordar desde hoy su decisión de entrar al Seminario parece una locura, pues apenas tenía 18 años. Pero el llamado surgió fuerte y rápido por allá en Octubre de 1973. Fué la insitencia del Padre Gerardo Whelan C.S.C., quien le preguntó un día..."Pepe has pensado en ser sacerdote? "Dios se fue valiendo de personas para ir llegando al seminario. Hoy reflexiona el padre Pepe, que ese era su momento, el Señor lo estaba llamando ahí. ¡Que importante responder cuando Él lo pide, y que bonito poder decir SI Señor!". El padre Pepe agradeció a su congregación por haberle dado los espacios y en distintos momentos de su sacerdocio, y permitirle ver a la Iglesia no sólo como una institución sino a través de la gente. El compromiso en muchos jóvenes en el servicio a los más pobres.

Ordenado diácono por el Cardenal Silva Henriquez en la capilla del colegio, y luego sacerdote en Marzo de 1983 en la parroquia San Roque por monseñor Marcos Mc Grath, fundador de lo que hoy conocemos como fe en acción.

Pepe se siente regalado por la vida. Mi decisión más difícil no fue ingresar al seminario, sino permanecer, y allí la CSC supo reconocer sus procesos y le ha permitido, dice el Padre Pepe, sacar sus mejores talentos.

Al finalizar el Padre Pepe agradeció a la comunidad presente y a quienes han marcado su vida y le han regalado con su entrega al Señor, e invitó a prepararnos para Semana Santa, tiempo en que Jesús nos dice que hay que morir para entender.





febrero 11, 2008

LA CUARESMA:



CIUDAD DEL VATICANO, 6 FEB 2008 (VIS).-

En la audiencia general de hoy, celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa habló sobre la Cuaresma, que inicia con el rito de la imposición de la ceniza y que es, dijo,
"como un gran retiro espiritual de cuarenta días".

"Emprendemos de nuevo, como cada año -dijo el Santo Padre- el camino cuaresmal animados por un espíritu de oración y de reflexión, de penitencia y de ayuno más intenso".

Benedicto XVI afirmó que en este tiempo "se nos ayuda a volver a descubrir el don de la fe recibida con el Bautismo y a acercarnos al sacramento de la Reconciliación, poniendo nuestro esfuerzo de conversión interior bajo el signo de la misericordia divina".

En la liturgia de este Miércoles de Ceniza, continuó, se nos recuerda que "somos criaturas limitadas, pecadores necesitados siempre de penitencia y de conversión. ¡Qué importante es escuchar y acoger este llamamiento en este tiempo! Cuando el hombre contemporáneo proclama su total autonomía de Dios, se convierte en esclavo de sí mismo y a menudo se encuentra en una soledad desconsoladora. La invitación a la conversión es por eso una invitación a volver a los brazos de Dios, Padre tierno y misericordioso, a fiarse de El, a confiar en El como hijos adoptivos, regenerados por su amor".


El Papa se preguntó si "la conquista del éxito, el anhelo de prestigio y la búsqueda de la comodidad, cuando absorben totalmente la vida hasta llegar a excluir a Dios del propio horizonte, llevan realmente a la felicidad. ¿Puede existir una felicidad auténtica si se prescinde de Dios? La experiencia demuestra que no se es feliz porque se satisfagan las esperanzas y las exigencias materiales. En realidad -añadió-, la única alegría que colma el corazón humano es la que viene de Dios, porque tenemos necesidad de la alegría infinita. Ni las preocupaciones cotidianas, ni las dificultades de la vida -dijo- pueden apagar la alegría que nace de la amistad con Dios".

Tras poner de relieve que la invitación de Jesús a cargar con la propia cruz y a seguirlo "puede parecer duro y mortificante por nuestro deseo de realización personal", el Santo Padre subrayó que "el testimonio de los santos demuestra que en la Cruz de Cristo, en el amor que se da, renunciando a la posesión de sí, se halla aquella profunda serenidad que es fuente de entrega generosa a los hermanos, especialmente a los pobres y a los necesitados y esto nos proporciona alegría también a nosotros".

A la luz del Evangelio, continuó,
"la Iglesia propone a los fieles algunos compromisos específicos para este itinerario de renovación interior: la oración, el ayuno y la limosna". En este sentido, recordó que en el Mensaje para la Cuaresma de este año había querido detenerse en "la práctica de la limosna".

"Como los discípulos de Jesucristo -afirmó- estamos llamados a no idolatrar los bienes terrenos, sino a utilizarlos como medios para vivir y ayudar a los necesitados, (...) imitando así al Señor, que, como dice San Pablo, "se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza".